Gracias a las experiencias y vivencias compartidas con tantas familias surge la idea de comprometernos un poco más con los pequeños, nos atrapa la necesidad de hacer una pausa, y seducidos por la idea, decidimos abrir las puertas de nuestra casa para proponer un plan genial en un espacio natural único, con el deseo de proteger y acompañar a todas nuestras luciérnagas en un proceso creativo fantástico que fomentará el desarrollo de su verdadero yo, como futuros individuos maduros y responsables.
Hace muchos años tomamos una decisión que cambió para bien nuestro estilo de vida, siguiendo los deseos de un sueño de infancia, aquella niña necesitaba vivir conectada física y mentalmente con una parte importantísima de su vida, “la naturaleza”.
Recordamos emocionados cuando las maquinas comenzaron a mover las tierras de lo que hoy es nuestro hogar, paradójicamente parecía que el comienzo de nuestra nueva vida podría aniquilar y terminar para siempre con la existencia de un gran milagro de la naturaleza: las luciérnagas. Nuestro mayor temor era que el único sitio de todo el valle donde se las veía resplandecientes, se apagara para siempre, pero… no fue así.
Cuidamos y mimamos nuestro entorno, creando un micro hábitat amable lleno vida, vegetación, flores y árboles, sin darnos cuenta, todo tipo de criaturas libres nos empezaron a visitar para criar a sus familias en nuestro hogar.
Afortunadamente las luciérnagas decidieron no marchar y nos dieron una oportunidad, hoy siguen con nosotros, y como todos los años fieles a su cita reaparecen y nos hacen el mejor regalo: su luz, su presencia y su compañía.
Desde la perspectiva que nos da la posibilidad de observar y ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor sentados sobre la hierba y con las miradas perdidas, nos invaden bonitos recuerdos de la niñez, transportándonos a tiempos pasados, tiempos tranquilos donde nos cundía mucho más el tiempo y los juegos con los amigos eran interminables y los veranos parecían no acabar nunca.
La realidad de la sociedad en la que estamos inmersos hace que me cuestione permanentemente si mi hija y los niños de hoy tendrán la misma suerte…
El olor de la hierba recién cortada, acampar en el monte, cruzar un arroyo entre las piedras, bañarse en el rio, ir en bicicleta despreocupadamente, trepar por un árbol, montar en un caballo, recoger flores silvestres, observar mariposas, coger grillos, construir una cabaña de ramas secas, recoger las ovejas con aitite, observar la madriguera de un topo, rapiñar trozos de la hogaza de pan recién salida del horno de leña, subir a la cima de una loma con tus perros y respirar… son tantas las cosas que construyen nuestros recuerdos de infancia.
Pero las generaciones de niños de hoy están padeciendo la falta de los placeres de una infancia libre, donde sus hábitos les están conduciendo hacia una forma de vida de no retorno.
Desde hace mucho los verdaderos educadores, pedagogos y psicólogos están denunciando la preocupante cantidad de problemas en el desarrollo y conducta de los menores, destacando un aislamiento y una depresión infantojuvenil sin precedentes.
Desgraciadamente estamos perjudicando a nuestros menores haciendo que estén más desmotivados y pasivos, al estar alejados y distanciados del efecto equilibrante, liberador y sanador que aporta la naturaleza, en su día a día.
Desde Epetargi Etxea proponemos una experiencia, que nos permite aportar nuestro granito de arena para ayudar a todas aquellas familias que deseen ofrecer a sus hijos una experiencia vital diferente.
Teniendo en cuenta la realidad que nos rodea creemos necesario dar un paso hacia adelante y poner a disposición de todos los menores la posibilidad de sorprenderse, aprender y afianzar las bases de una buena autoestima, haciendo que sean más seguros y capaces.
Hemos diseñado unos talleres campamentos donde se activarán inconscientemente todas sus capacidades; fundamentalmente la creatividad, porque cada actividad parte de una pequeña aportación individual, haciendo que ellos decidan sus proyectos, haciendo que tengan autonomía frente a los retos, así podrán aprender en la imitación de situaciones reales y del mundo adulto. Podrán adquirir una conciencia del espacio, dominarlo y estructurarlo. Aplicar pequeños conceptos matemáticos, lingüísticos incluyendo el cuidado de animales como pollos gallinas, patos, ovejas, cabras y caballos. Potenciaremos así un desarrollo físico activo, pasando también por un espacio a la reflexión y el consenso grupal, además de reír, saltar y dándonos un baño en la piscina. Respirando aire puro, bañados por el sol, acariciados permanentemente por la brisa del campo.
Los talleres campamento “Las luciérnagas” son un chaleco salvavidas. Son una mano tendida para todos los “niños luciérnaga” que les da una oportunidad para vivir una experiencia real, no virtual… algo que marque positivamente para siempre sus vidas, llenándolos de asombro, satisfacción y felicidad, porque una infancia llena de vivencias en plena naturaleza es el mejor regalo que hoy en día les podemos dar.